Miércoles 24 de Abril de 2024 . SdE. República Argentina.
05 - Febrero - 2019 |

Se fue la segunda, con tintes de éxito y desborde

Se fue la segunda, con tintes de éxito y desborde

|Nota: ||Foto: |

El segundo día oficial de la edición 28 del Festival de La Salamanca fue para la foto. Por segundo año consecutivo Luciano Pereyra logró cerrar las puertas del Club Sarmiento. Era el "caballito de batalla" de la organización, funcionó a la perfección para su meta, la recaudación.

Los Consagrados y las canciones nuevas

Los primeros en pasar, desde las 21.30, fueron las acedemias El Fogón y Julio Gerez, las presentaciones de los discos de Los Lugones y Diego Gomez; el regreso después de años de Tucho Ruffa y La Calle- quienes supieron hace 28 años darle vuelta de rosca a canciones populares con toques de rock-, y además una de las dos protagonistas mujeres de la noche entre 25 grupos varones: las armónicas voces de las chicas de Soles y Lunas.

Los Araujos, de Malbrán, con pisaron el escenario y pudieron hacer el primer llamado de atención a la gente que para ese entonces ya cubría el 70% la capacidad del club. Fueron los seleccionados en el Pre Salamanca 2019, y con el tema dedicado al festival y otros más que emotivo para los estudiantes que vienen de interior a formarse, tanto la platea y el campo, los recibió con alegría.

La otra mujer en el Jacinto Piedra en subir fue Roxana Carabajal. Alrededor de las 23 horas, con problemas de sonido al principio, y un llamativo atuendo -como tiene acostumbrada-, que conjugaba con su grupo, se animó también a las nuevas canciones. "Es un compromiso, dejar algo mío para cuando me vaya" , expresó en conferencia.

Con 20 años de escenario, reconocidos por ejemplo en el último Cosquín con una distinción, la segundo mujer -vale recalcar en un ámbito donde se insiste por la descosificación de la mujer y mismos derechos-, dejó bailando el público para el siguiente artista.

Horacio Banegas con "Desmonte", precisa canción elegida ante la realidad de las inundaciones provocadas, entre otros, por el desmonte, revalido su título de Consagrado. Con una hora de recital, zamplers, y la calidez años, cerró su pasado por demás prolijo.


Gente que si, gente que no


La cola para el ingreso, a eso de las 21.30 eran de más de cuatro cuadras. Revisión bolso por bolso para controlar el ingreso de comida y bebida demoraba la acción pero necesaria para promover el consumo en el interior de los puestos presentes, a los que no todos pudieron recomponer lo invertido tras las lluvias y suspensiones.

Eran dos postales. Hasta la mitad del campo la gente miraba al escenario, aplaudía o bailaba. De la mitad hacia atrás era universo aparte. La mayoría jóvenes de 20 para abajo, siempre en grupos, con espumas, temperas, y entre otras bebidas alcohol, dibujaban otro universo. La Salamanca no era solo el festival para disfrutar música folclórica, es ya el eje de un sentido de pertenencia social a la que nadie quiere estar excento.


Sonrisas, bajada de escenario y limitación de preguntas


La llegada de Luciano Pereyra al escenario provoco el desborde. La sobreexaltación de las seguidores hizo una avalancha de ingreso por sectores a los que la seguridad no pudieron detener. Sector de prensa, de autoridades o platea se vió desbordado su capacidad. Muchos que buscaron temprano la comodidad para verlo, la perdieron en ese instante.

A las 1.15 subió. Una hora y cuarto de canciones pop-melódico y entre ellas un "Chaupi-Chaupi" ensordecía a un club que ya tenía las puertas cerradas por capacidad colmada.

"Que lindo el calor santiagueño", dijo sobre el escenario entre sus escenas de juego con el público, no sin antes hacer entre señas descender del escenario a dos aficionadas que se habían colado para verlo de más cerquita. El producto de figura grande esta en estos detalles. Sumado a la conferencia, a la que accedió a responder solo cinco preguntas, no sin antes el mismo manipular el aire acondicionado de la improvisada -de hace varios años- Sala de Prensa.

Ritmo y tradición

Pasado el "distinto" de los sonidos netamente folclóricos nacionales, llegó el turno de pujantes nombres que dan tregua a sus propias canciones y estilo. Los Duarte de Córdoba, Ariel Camaño de Quimilí, Martín Paz y sus preciadas meoldías, Los Guaraniés y la selección de canciones para el recuerdo, y la no menor presencia por segundo año de Santiago Súarez y su Vislumbre del Esteko.

Los submundos aun eran visibles, la mitad miraba y bailaba con las buenas propuestas de canciones con contenido, y la otra en ese mini carnaval desatado por los adolescentes.

El SupPer de Oro, Los Raices, Sol Naciente y Nacidos del Tiempo iban despidiendo la luna, que daba tregua, en una noche redonda en números, imagen institucional, fiesta. Que en ocasiones se desbordaba, y esos detalles no tenían segunda estrategia de acción salvo- la seguridad patotera del "obedezco ordenes".

Pueblo chico y Salamanca grande, una segunda noche remontada que sin dudas quedará para el anhelo de que sea siempre así.

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Se fue la segunda, con tintes de éxito y desborde

El segundo día oficial de la edición 28 del Festival de La Salamanca fue para la foto. Por segundo año consecutivo Luciano Pereyra logró cerrar las puertas del Club Sarmiento. Era el "caballito de batalla" de la organización, funcionó a la perfección para su meta, la recaudación.

Los Consagrados y las canciones nuevas

Los primeros en pasar, desde las 21.30, fueron las acedemias El Fogón y Julio Gerez, las presentaciones de los discos de Los Lugones y Diego Gomez; el regreso después de años de Tucho Ruffa y La Calle- quienes supieron hace 28 años darle vuelta de rosca a canciones populares con toques de rock-, y además una de las dos protagonistas mujeres de la noche entre 25 grupos varones: las armónicas voces de las chicas de Soles y Lunas.

Los Araujos, de Malbrán, con pisaron el escenario y pudieron hacer el primer llamado de atención a la gente que para ese entonces ya cubría el 70% la capacidad del club. Fueron los seleccionados en el Pre Salamanca 2019, y con el tema dedicado al festival y otros más que emotivo para los estudiantes que vienen de interior a formarse, tanto la platea y el campo, los recibió con alegría.

La otra mujer en el Jacinto Piedra en subir fue Roxana Carabajal. Alrededor de las 23 horas, con problemas de sonido al principio, y un llamativo atuendo -como tiene acostumbrada-, que conjugaba con su grupo, se animó también a las nuevas canciones. "Es un compromiso, dejar algo mío para cuando me vaya" , expresó en conferencia.

Con 20 años de escenario, reconocidos por ejemplo en el último Cosquín con una distinción, la segundo mujer -vale recalcar en un ámbito donde se insiste por la descosificación de la mujer y mismos derechos-, dejó bailando el público para el siguiente artista.

Horacio Banegas con "Desmonte", precisa canción elegida ante la realidad de las inundaciones provocadas, entre otros, por el desmonte, revalido su título de Consagrado. Con una hora de recital, zamplers, y la calidez años, cerró su pasado por demás prolijo.


Gente que si, gente que no


La cola para el ingreso, a eso de las 21.30 eran de más de cuatro cuadras. Revisión bolso por bolso para controlar el ingreso de comida y bebida demoraba la acción pero necesaria para promover el consumo en el interior de los puestos presentes, a los que no todos pudieron recomponer lo invertido tras las lluvias y suspensiones.

Eran dos postales. Hasta la mitad del campo la gente miraba al escenario, aplaudía o bailaba. De la mitad hacia atrás era universo aparte. La mayoría jóvenes de 20 para abajo, siempre en grupos, con espumas, temperas, y entre otras bebidas alcohol, dibujaban otro universo. La Salamanca no era solo el festival para disfrutar música folclórica, es ya el eje de un sentido de pertenencia social a la que nadie quiere estar excento.


Sonrisas, bajada de escenario y limitación de preguntas


La llegada de Luciano Pereyra al escenario provoco el desborde. La sobreexaltación de las seguidores hizo una avalancha de ingreso por sectores a los que la seguridad no pudieron detener. Sector de prensa, de autoridades o platea se vió desbordado su capacidad. Muchos que buscaron temprano la comodidad para verlo, la perdieron en ese instante.

A las 1.15 subió. Una hora y cuarto de canciones pop-melódico y entre ellas un "Chaupi-Chaupi" ensordecía a un club que ya tenía las puertas cerradas por capacidad colmada.

"Que lindo el calor santiagueño", dijo sobre el escenario entre sus escenas de juego con el público, no sin antes hacer entre señas descender del escenario a dos aficionadas que se habían colado para verlo de más cerquita. El producto de figura grande esta en estos detalles. Sumado a la conferencia, a la que accedió a responder solo cinco preguntas, no sin antes el mismo manipular el aire acondicionado de la improvisada -de hace varios años- Sala de Prensa.

Ritmo y tradición

Pasado el "distinto" de los sonidos netamente folclóricos nacionales, llegó el turno de pujantes nombres que dan tregua a sus propias canciones y estilo. Los Duarte de Córdoba, Ariel Camaño de Quimilí, Martín Paz y sus preciadas meoldías, Los Guaraniés y la selección de canciones para el recuerdo, y la no menor presencia por segundo año de Santiago Súarez y su Vislumbre del Esteko.

Los submundos aun eran visibles, la mitad miraba y bailaba con las buenas propuestas de canciones con contenido, y la otra en ese mini carnaval desatado por los adolescentes.

El SupPer de Oro, Los Raices, Sol Naciente y Nacidos del Tiempo iban despidiendo la luna, que daba tregua, en una noche redonda en números, imagen institucional, fiesta. Que en ocasiones se desbordaba, y esos detalles no tenían segunda estrategia de acción salvo- la seguridad patotera del "obedezco ordenes".

Pueblo chico y Salamanca grande, una segunda noche remontada que sin dudas quedará para el anhelo de que sea siempre así.


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