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Santiago del Estero

Renovar sin perder la esencia de la coreografía de la zamba: el legado de Carlos Saavedra y Adela Vignais

Lunes 8 de Diciembre del 2025

Conocé el trabajo titulado "Zamba", de Luis “Luchín” López y Marisa Jorge, quienes devuelven visibilidad a una creación que marcó un antes y un después en el folclore argentino.

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Zamba, así se llama el libro que el reconocido bailarín y coreógrafo Luis “Luchín” López y la profesora Marisa Jorge recopilaron, poniendo en valor la creación coreográfica de Carlos Saavedra y Adela Vignais sobre la “Zamba”.

A Carlos, se le atribuye como el creador de una nueva coreografía de la zamba, acompañado por Adela Vignais, quien por muchos años fue su compañera de baile y de la vida.

Luis y Marisa se unieron para escribir un libro con la única finalidad de comunicar y difundir aquellos que les maravillaba a través de las emociones, para que se conozca el desarrollo coreográfico y auditivos de los tiempos y el ritmo de la danza.

Carlos nació el 7 de diciembre de 1930 y, como muchos los de su generación, fue un bailarín autodidacta. De pequeño, improvisando, fue convirtiéndose en un creador de mudazas y ritmos. La mayoría sabe que Carlos fue un exquisito zapateador, dotado de una magia rítmica y un estilo bien particular.

A sus alumnos, solía decirles: “cuando tengas que zapatear, nunca te olvides de cantar con los pies”.

Con Carlos, su compañera Adela y Calors recorrieron números teatros, peñas, festivales a lo largo y ancho del país por más de 10 años.


El legado de la zamba

Carlos y Adela bailaban en sus comienzos la coreografía recopilada por don Andrés Chazarreta. Recién a comienzos de los 60 comenzaron a reflexionar sobre una forma más expresiva de escenificar esta danza.

Tenia la inquietud de darle más brillo, amplitud, en definitiva, hacer más atractiva, donde el pañuelo cumplirá un protagonismo importante.

En su libro “Zamba”, Luis y Marisa cuentan que Vignais y Saavedra buscaban una expresividad física mas acorde a la que nos cuenta una zamba, un juego amoroso. Don Carlos se dio cuenta que la acentuación que se le daba al paso de esta danza no acompañaba su estética. Desde siempre se sintió incómodo con este importante detalle. Deseaba moverse con una cadencia diferente, sus experiencias junto al virtuoso armonicista Hugo Díaz lo hicieron crecer musicalmente y afinaron su fineza rítmica. Con ensayos y prácticas ya tenían las bases armadas para el nuevo esquema coreográfico. Logró acomodar en el ritmo, el pazo de zamba como él lo sentía. Solo faltaba lo expresivo para que dicha creación quede completa. Es ahí donde la presencia de Adela con su capacidad coreográficas teatrales, los llevó a vivir su amor en una zamba”.

La coreografía

En el año 1963, decide junto a Adela, iniciar un trabajo de búsqueda de una coreografía que le permitía ir hacia donde quería llevar esta danza. Este trabajo fue realizado en el comedor de doña Dora, hermana de Adela, en Buenos Aires.

Muchos conocedores significaron desde siempre que la zamba es libre de interpretación, siempre y cuando respetemos el inicio, la vuelta y el final. Don Carlos se atrevió a crear una nueva forma de hacerlo. Transgredió sin perder la esencia de esta delicada danza. Su esquema está directamente ligado a las frases musicales de la zamba. Acentuaba siempre los finales de cada frase para darle un efecto escénico. Él no tenía conocimientos musicales, pero entendía su rítmica y sus formas como pocos. Se dejó llevar por las melodías y acomodó su coreografía sobre ella.

Iniciaba el romance de su danza con delicadeza, la cual iba en crecimiento durante el desarrollo de la historia amorosa que nos querían contar, dejando bien plasmado, el espíritu de la zamba.

Creó una nueva forma de realizar las figuras para hacerlas más visibles al ojo del espectador. Buscó también en los enrosques y desenrosques una forma de darse tiempo para realizar las figuras y así desarrollar más aún los juegos con su compañera.

El estreno

Una noche de 1964, en la ciudad de Santiago del Estero, Carlos y Adela debían actuar en una peña, sobre calle Independencia al sur, y decidieron bailarla por primera vez en el escenario, acompañados por Hugo Díaz y Yayo Cartier. Fue una noche muy agradable para ellos. El público que estuvo presente allí, apreció fuertemente esta interpretación. Nos cuenta Adela, que hubo algunos comentarios sorprendentes, como el del maestro de ceremonia de esa velada, quien asombrado le recalcó a Don Carlos el sentido “pornográfico” de dicha coreografía.

Casi nadie se dio cuenta que en ese preciso momento, se estaba dando inicio a una nueva forma de bailar una zamba. En donde no sólo era una sucesión de pasos y figuras de la danza, sino que se comenzaba a sentir el espíritu de la zamba, pues verlos bailar de esa forma, los suspiros y hasta las lágrimas se hicieron presentes en los espectadores.

Este trabajo que realizaron Don Carlos y Adela, no solo se baila aquí en Santiago del Estero, sino que, a lo largo de los años, muchos adoptaron este estilo y sus dibujos para llevarla a los escenarios del país. Y no tardó en pisar otros suelos de la mano de bailarines que la llevaron consigo, donde es hoy enseñada y bailada por muchos amantes de nuestro folclore.


El pañuelo: cuando la zamba aprendió a mirar a los ojos

La zamba es una danza donde el pañuelo tiene una gran importancia. Mediante distintos movimientos, los bailarines expresan sus sentimientos, emociones, deseos y estados de ánimo. Esta danza, nos lleva por un viaje en donde se reviven esos momentos que todo ser humano vive alguna vez. Esa vibración que sentimos por otra persona, esa necesidad de decirle al otro nuestro deseo.

El pañuelo toma su importancia en la comunicación de este sentimiento sin palabras. Su vuelo nos eleva, y en ese vuelo este hermoso elemento permite jugar ese juego de seducción donde la compañera es lo único que existe. Alguna vez Don Carlos me dijo: “No cualquiera baila la zamba, y sobre todo no se la baila con cualquiera”.

En su búsqueda por revalorizar el protagonismo del pañuelo, pudieron desarrollar nuevas formas de movimientos, figuras con las cuales expresar sus sentimientos y emociones. Reemplazar las palabras del juego amoroso con el pañuelo. Este se transforma desde un simple elemento a una extensión de ambos brazos, ya que también lo utilizó, con menos frecuencia, con la mano izquierda.

El pañuelo es una herramienta esencial para ayudarnos a contar una historia, un deseo o un sueño, en esta danza que sin duda es en nuestro folclore, una representación bien expresiva del romance.

Buscaban, y claro está que encontraron, una fórmula para escenificar este cuento, para darle más protagonismo y brillo a esta danza en el escenario. En esta escenificación, nos mostró con gran destreza rítmica y teatral, cuidando en detalle, lo delicado de la zamba.

Nos enseñaron varios movimientos con el pañuelo y a partir de ahí, desarrollar nuestra creatividad teatral para contar esta historia, utilizándolo en el lenguaje corporal, para hablar, acariciar, proponer situaciones… Todo esto nos prepara a la improvisación de movimientos. A partir de ahí, cada bailarín debe crear su propio lenguaje, sus propias figuras, su forma de expresar sus emociones.

Es importante desarrollar una historia creíble, siguiendo una curva progresiva en el galanteo, donde el espíritu de esta danza nos acerque a ese momento final deseado. El hombre debe comenzar la zamba de manera elegante y con la delicadeza que se merece el momento del encuentro. Desarrollar durante toda la danza una comunicación con su compañera con la cual lograr seducirla.


Versión de Carlos Saavedra


Una de las grandes diferencias con el paso anterior, es que se acentúa el inicio de las frases melódicas. En esta nueva versión, Don Carlos quería resaltar el final de cada frase musical.

El objetivo de estas modificaciones a la acentuación de su paso, fue darle más fuerza y efectividad a los tiempos fuertes, para una ejecución escénica más vistosa y eficaz de los acentos musicales, nos decía que en la versión tradicional al tener el acento en el paso de adelante, el cuerpo tiende a descender. Ahora, al estar la acentuación en el paso que se desplaza, el cuerpo tiene tendencia a elevarse.

Para realizar esta coreografía, Don Carlos respetó las dos formas de desplazarse de una zamba tradicional. El simple caminar, marcando el tiempo fuerte y siempre comenzando la danza con el pie izquierdo y para el paso de zamba, modificó la acentuación de este, inspirándose en la rítmica del paso básico del zapateo.

Para este paso, el esquema es el mismo que el de la zamba tradicional. Hizo dos cambios fundamentales: agregó de forma sistemática el pique atrás y desplazó la forma de marcar tiempo fuerte. Este, se lo marcará en el paso que se desplaza con la media punta hacia el lado derecho. Veamos entonces en este gráfico la diferencia de la acentuación.


Un legado que sigue vivo

Gracias al trabajo recopilado en Zamba, Luis “Luchín” López y Marisa Jorge devuelven visibilidad a una creación que marcó un antes y un después en el folclore argentino. La zamba de Saavedra y Vignais no solo renovó la técnica, sino que preservó la esencia: un juego amoroso contado con pañuelo, mirada y cadencia. Un legado que hoy continúa en escuelas, escenarios y festivales de todo el país.


Fotos: Familia Saavedra.

Texto y recopilación: Omar Estanciero

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