¡Adiós, Brujito!
|Nota: ||Foto: Internet|
Y el barrilete cósmico se elevó tan alto, que regreso a su universo. Allí jugará con sus pares, los astros. Y alumbrará para revivir la magia que esparció en este otro plano. Ese horizontal de color verde que lo cobijo de pequeño, cuando apenas de Brujito se metía la luna en los botines para soñar.
Aparecen de vez en cuando. Suficiente para alegrar la eternidad. Esos instantes de que duran 90 minutos y palpitan en camisetas de todos los colores, en casas de todos los niveles, en ciudades de todos los rincones.
Su corazón se paró a los 60, como aquel momento hace 34 años el de muchos. Con ese sueño que tuvo una estrella, con los mismos concretados con los que se va. Con un camino vertiginoso, que subió cuantas veces quiso, y bajo cuantas más se olvidaba lo humano que también era.
Lucho desde la villa, lucho desde los countries, lucho desde el césped, lucho desde el hospital. La lucha siempre fue arma, como la montada en la zurda que con su simple existir provocaba elogios, broncas. Provocaba.
La pelota de medias nunca dejo de rodar, se manchó, se limpió, se volvió a manchar, se volvió a limpiar. Pero los gallos cantaron, partiendo la oscuridad. Aquella tan blanca que pierde a cualquiera. Y siempre, siempre, esa blanca percepción te deja sin respiración. La magia lo ayudo, pero un 25 de noviembre la varita se quedó sin conjuro.
Tan inmensa es la pasión como inexplicable. Y si se trata de canchas más aún. Ese otro folclore. Ni contar si aparecen estos brujitos, de vez en cuando, que te desbordan los ojos, como tantas veces, y como hoy; que lo vemos partir con la pelota sagrada, aquella que supo clavarla al ángulo de las emociones…sin pedir permiso.
¡Hasta siempre Diego!
